miércoles, 10 de diciembre de 2008

poema a la virgen de guadalupe


¿cómo no bendecirte, Madre, cuando
soy de tu amor testigo
en la piedra, en el agua y en el trigo?
Busco a Juan Diego en mí
quiero ser su raíz dolida y fuerte,
quiero alcanzar el tallo de su fe,
su rosa de milagro,
quiero estrechar su vida con mi muerte.
Sobre un filo de angustia,
en el tiempo camino alucinado;
y encuentro, sólo, un mundo sin temores,
un aire sin pecado,
un cielo de eficacia:
el ámbito invariable de tu gracia.
Porque tu piel morena
es ésta de mi suelo y de mis gentes
y tus ojos están
dibujando su signo y su esperanza,
mi espiral de oración llege a tu antena
y hállenme tus efluvios providentes.
Espejo de verdad confortadora,
Santísima Señora.
.
Bibliografía:
CRUZ, Salvador

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